Reescribiendo la gramática de los cuerpos racializados
- Arianne León Rivera
- 5 abr 2024
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 10 jul 2024
EL PODER DEL POEMA RÍTMICO “ME GRITARON NEGRA” DE LA AUTORA AFROPERUANA VICTORIA SANTA CRUZ.
INTRODUCCIÓN.
Victoria Santa Cruz Gamarra nació en el Distrito de la Victoria, Lima, Perú en octubre de 1922-2014. Es reconocida como la primera mujer afrodescendiente en su país natal dedicada a promover la cultura afroperuana a través del arte y la docencia (Vela, s.f.). Una de sus grandes obras es el poema rítmico ¡Me gritaron Negra! publicado en 1978. Este poema relata la discriminación y segregación de la que fue sujeta desde los cinco años por parte de sus amigas de la infancia.
El poema rítmico refleja la experiencia de la autora de lo que sintió cuando una niña blanca y de cabello rubio que llegó a vivir a su barrio, al ver a Victoria expresó: “Si esa negrita juega, yo me voy”. En ese momento le pidieron que se retirara. Victoria nunca pensó que sus amigas de juego le pedirían eso (Chumbe., 2015). Ahí surgió una ira profunda, marcada por el insulto de su propia autoestima, el rechazo a su cuerpo negro, del desconocimiento de lo que implicaba habitar un cuerpo agramatical y la manera en que se leen los cuerpos de las mujeres racializadas (Torras, 2007). Conforme fue creciendo, se fue dando cuenta de cómo darle una lectura distinta a su cuerpo racializado y de la agencia de la palabra “negra”.
De esta manera, la expresión cultural que se analiza representa, por un lado, el descubrimiento de las implicaciones del significado de tener un cuerpo racializado y, por otro, una forma de resistencia que nos muestra la posibilidad de construir una identidad propia y reconstruir la forma de leer los cuerpos de las mujeres negras.
Adicionalmente, este poema tiene una importancia literaria singular al mostrar la vergüenza de ocupar un cuerpo negro, y buscar representar esa corporalidad con características social y culturalmente aceptadas. También, el poema hace explícita la ira de Santa Cruz, provocada por la exclusión, los privilegios, las distorsiones raciales, el silencio, el maltrato, la estereotipación, las actitudes defensivas, la estigmatización, la tradición y las imposiciones (Lorde, 2003, pág. 131).
Finalmente, el poder del poema descansa en recuperar y reclamar un lenguaje que ha sido utilizado en contra de los cuerpos de las mujeres racializadas. Este poema es un ejemplo de resistencia en contra de la discriminación, a partir de la aceptación, orgullo y reivindicación de la palabra negra. El poema rítmico “Me gritaron Negra” se convierte en un instrumento de denuncia social, en poesía subversiva, en una expresión poderosa en contra de la deshumanización y exclusión de las negritudes.
I. ANÁLISIS DE LA REPRESENTACIÓN DEL CUERPO
a) Lectura inicial de la corporalidad racializada
En las primeras estrofas del poema se observa como el cuerpo racializado de la autora se puso en evidencia, representado como un cuerpo agramatical sujeto a ser rechazado y discriminado. Tal como se advierte de los siguientes versos: De pronto unas voces en la calle. Me gritaron negra. […] ¿Soy acaso negra? Me dije (Sí!). ¿Qué cosa es ser negra? […] Y yo no sabía la triste verdad. Que aquello escondía […] Y me sentí negra […]. Como ellos decían […] Y retrocedí […]. Como ellos querían […]”
La autora relata la confrontación racial de la que no había sido consciente, ¿qué significaba aquel término con el que la llamaron y fue suficiente para que la excluyeran? ¿qué implicaciones es tener un cuerpo negro? Estos versos revelan una opresión sistémica que lleva a sentir a esos cuerpos como si estuvieran de más, por lo que deben ocupar el lugar de los “seres inferiores deshumanizados” (Lorde, 2003, pág. 121), lo anterior toda vez que existe una jerarquización naturalizada y normativizadora que prescribe los cuerpos, los hace legibles y aceptables (Torras, 2007, pág. 12) y esos cuerpos no son los racializados.
De manera que, esa triste verdad, de ocupar un cuerpo “negro”, lo que escondía era precisamente el racismo. La autora, al no tener un cuerpo normativo, las leyes del sistema actuaron para castigarla apartándola, rechazándola. (Torres, 2007, pág. 23)
Esta representación que se hace sobre el cuerpo, en la primera parte del poema, evidencia la vulnerabilidad de la autora, y la necesidad de ser acogida y reconocida en el seno de una gramática (Mèlich, 2010, pág. 24). Esto se corrobora a partir de los siguientes versos: Y odié mis cabellos y mis labios gruesos. Y miré apenada mi carne tostada. Y retrocedí [..]. Y retrocedí. […] Me alacié el cabello. Me polveé la cara. Y entre mis entrañas. Siempre resonaba la misma palabra. Negra! […].
Como se puede leer de lo anterior, la discriminación y el racismo generó, por un lado, la aceptación en el imaginario que ser “negra” era algo inadmisible, por lo que lo evidente era rechazar esa corporalidad, buscar deshacerse de su propio cuerpo. Por otro lado, la necesidad de moldear su cuerpo para convertirlo en un cuerpo gramatical, adoptando la hegemonía estética de la belleza y de lo aceptable. Hechos como el blanqueamiento de piel o el alisamiento de cabello, muestran la necesidad de habitar un cuerpo más aceptado.
La primera parte del poema nos revela una gama de emociones, iniciando con la vergüenza de habitar un cuerpo agramatical y, como respuesta al racismo, se hace explícita la ira de la autora, como se lee en el siguiente verso: Y pasaba el tiempo. Y siempre amargada. Seguía llevando a mi espalda. Mi pesada carga. Y cómo pesaba!
A pesar de ello, la autora se da cuenta de que no puede sobrevivir al margen de su gramática, de su universo simbólico (Mèlich, 2010, pág. 24). Es así como entramos a la segunda parte del poema, donde el cuerpo se hace poderosamente (y extrañamente) presente. Ese cuerpo condenado al silencio y a la invisibilidad, inesperadamente dice, se muestra, se pronuncia (Torras, 2007, pág. 27). Es en esta segunda parte del poema donde el cuerpo no solamente se vuelve observable, sino que se convierte en un objeto moldeable a través de la articulación entre naturaleza, tecnologías y cánones sociales (Muñoz, 2017, pág. 37).
b) Reivindicación del cuerpo racializado
La transformación que se muestra en la segunda parte del poema parte de base que hay algo que permanece en nuestro interior y que nos hace ser lo que somos, es eso lo que se utiliza cuando se vulneran derechos, es eso lo nos permite exigir respeto (Mèlich, 2010, pág. 22). Esta circunstancia permite afirmar, entonces, que nadie puede deshacerse de su propio cuerpo, ni siquiera transformarlo tan fácilmente, no podemos pretender ser completamente otros/as en un mismo cuerpo ni completamente los/as mismos/as en otro cuerpo, porque el cuerpo dice quiénes somos (Torras, 2017, pág. 17).
En ese sentido, en el poema, la autora se autoidentifica de forma positiva como negra, construye una identidad en la que se reconoce, no desde una visión externa sino desde la reivindicación del término “negra”. Esta afirmación se sostiene en los siguientes versos: Hasta que un día que retrocedía y retrocedía. Y que iba a caer! […] Y ¿qué? Y ¿qué? (Negra!) Sí! (Negra!) Soy! (Negra!) […] Negra soy.
En estos versos se advierte cómo la autora ya tiene una potestad o control sobre la forma de escribir su cuerpo, su propio cuerpo nos dice que ya hay una autodefinición. Se observa una aceptación de portar ese “patronímico deshonroso, símbolo de abyección, para hacer de él un emblema de belleza y de orgullo; para convertirlo en la insignia de un desafío radical, de un llamado a la revuelta, la deserción y la insurrección” (Mbembe, 2016, pág. 101).
En esa misma línea reivindica los estereotipos y expectativas que impone la sociedad sobre el cuerpo de las mujeres negras. Tal como lo dice en el verso: De hoy en adelante no quiero. Alaciar mi cabello (¡No quiero!). Es decir, la modelación y disciplinamiento de los cuerpos de las mujeres racializadas siempre ha ido dirigido a la necesidad de ocultar su cabello afro. Asimismo, existe el estereotipo de que las “bellezas negras” son mujeres indolentes, disponibles y sumisas (Mbembe, 2016, pág. 134).
De modo que, este verso poderoso, es un acto de resistencia contra la discriminación, el racismo y los estereotipos. Me parece que Santa Cruz busca hacer una lectura de los cuerpos de las mujeres racializadas, libres de las limitaciones impuestas por los marcos culturales y lingüísticos, reclamando su humanidad en un contexto de diversidad.
Como observamos, en esta parte del poema, Victoria Santa Cruz va dejando el odio y la ira que caracterizaba las entonaciones de las estrofas iniciales, para dar lugar a emociones de orgullo, paz e incluso de humor. Para liberarse de cargas emotivas negativas acude a la ironía en el siguiente verso: Y voy a reírme de aquellos. Que por evitar, según ellos. Que por evitarnos algún sinsabor. Llaman a los negros gente de color. ¿Y de qué color? (Negro!). Y qué lindo suelo (Negro!). ¿Y qué ritmo tiene? [20 veces la palabra Negro]
Su melódica rima contiene un grito de justicia y porque no, de apropiación del insulto. Esta rima representa un acto de resistencia, al invertir el sentido peyorativo de la negritud, remplazándolo por una apropiación del término, y mostrando la diversidad de las corporalidades. Buscando dejar a un lado las corporalidades normativas, para dar paso a la aceptación de cuerpos agramaticales.
Lo anterior, se robustece con las últimas estrofas del poema, donde Santa Cruz culmina diciendo: Al fin, al fin comprendí (Al fin!). Ya no retrocedo (Al fin!). Y avanzo segura (Al fin!). Avanzo y espero! (Al fin!). Y bendigo el cielo. Porque quiso Dios. Que negro azabache fuese mi color. Y ya comprendí (Al fin!). Ya tengo la llave [19 veces la palabra Negro], negra soy!
De esta manera integra todas las partes de quien es, sin ocultar nada, permitiendo que el poder que emanan de las distintas fuentes de su existencia fluya libremente, sin el impedimento de una definición impuesta desde fuera (Lorde, 2003, pág. 131). En consecuencia, observamos como los cuerpos tienen una existencia performativa que los hace visibles. Así, más que tener un cuerpo o ser un cuerpo, nos convertimos en un cuerpo y lo negociamos (Torras, 2007, pág.20).
En mi opinión, lo que buscó Santa Cruz fue romper el silencio y usó la poesía como una exigencia revolucionaria para recuperar un lenguaje que se había vuelto en contra de los cuerpos de las mujeres racializadas. El poema reconoce las diferencias y analiza las distorsiones que se han utilizado para segregar, discriminar, y excluir a corporalidades consideradas como abyectas.
II. AGENCIA DE LA PALABRA “NEGRA”.
Por último, me parece importante detenerme brevemente en el camino que lleva a Santa Cruz a agenciarse de la palabra “negra” y resignificarla. Como hemos visto, la repetición del término “negra” a lo largo del poema se convierte en una estrategia retórica que refuerza el uso del lenguaje donde pasa en un primer momento por demostrar la posición de las negritudes como dominadas. Es decir, desde el pedestal de la voz hegemónica se construye la “verdad”, se confecciona un lenguaje que constituye el canal esencial de definición cultural, y en consecuencia puede convertirse en el canal privilegiado de descalificación y discriminación (Jiménez, 2009, pág. 17).
En los versos de “Me gritaron Negra”, ¡Negra! […] confluyen varias categorías de discriminación formal y estructural: ser niña, mujer y negra, corporalidades no normativas que son resultado de desigualdades históricas con motivo, por ejemplo, de la colonización.
De esta manera, en el coro del poema rítmico podemos advertir un discurso discriminador, que provoca en una niña de cinco años sufrimiento, odio, vergüenza, y cómo ese término sirvió para degradarla, evidenciando una vulnerabilidad y la necesidad de ser acogida y reconocida en el seno de una gramática. Los versos: Y me sentí negra, ¡Negra! Como ellos decían. ¡Negra!. Y retrocedí. ¡Negra! Como ellos querían. ¡Negra!; nos muestran como los cuerpos de las mujeres negras se leen e interpretan en un contexto de opresión racial, y en ocasiones, de deshumanización objetiva. Es decir, reducir a alguien a su color de piel, ¡llamarla Negra! equivale a decir que es un ser predeterminado biológica, intelectual y culturalmente por su irreductible diferencia. Que pertenece a una especie distinta. Y, como especie distinta, debería ser descrita y catalogada (Mbembe, 2016, pág. 140).
A pesar de ello, conforme va avanzando el poema, observamos como para Santa Cruz el cuerpo puede ser aprehendido a la manera de un discurso, por lo que las palabras, como la vida son cambiantes (Jiménez, 2009). Este compromiso con la palabra, con el poder de la palabra permite a la autora recuperar un lenguaje que había sido usado en contra de las cuerpos de las mujeres racializadas.
La agencia de la palabra negra, del color negro, de los cuerpos de las mujeres negras se ve en la segunda parte del poema. Al exclamar ¡Negra! Sí ¡Negra! Soy ¡Negra! Negra […] estos gritos son distintos a los primeros, aquí Santa Cruz se despoja de la culpa, de la vergüenza de ocupar un cuerpo racializado. Estos gritos son de agencia, de reivindicación, de rebeldía en contra de la segregación y discriminación que se ha impuesto por un mundo colonizador. A través de su expresión poética reescribe la forma de leer e interpretar los cuerpos de las mujeres negras, confronta la estigmatización asociada con el término negra y lo transforma en un medio de resistencia.
La autora rechaza la estigmatización asociada a los cuerpos agramaticales, convirtiendo su cuerpo en un emblema de orgullo, de desafío, de desobediencia a una gramática heredada que ha creado una identidad cultural de los cuerpos de las mujeres negras fuera de los marcos hegemónicos que han dado lugar a la exclusión y a la discriminación. Esto se observa en el siguiente verso: Y bendigo al cielo porque quiso Dios que negro azabache fuera mi color. Y ya comprendí. AL FIN. ¡Ya tengo la llave! […] ¡Negra soy!
En consecuencia, su expresión poética “Me gritaron Negra” ha servido como instrumento mediante el cual nombra, renombra y se agencia de un cuerpo considerado abyecto. Expresa e impulsa una exigencia revolucionaria de libertad, de romper un silencio impuesto y desafía las simplificaciones raciales.
En conclusión, en este viaje poético de Victoria Santa Cruz a través de su obra emblemática “Me gritaron Negra”, pudimos ver cómo se entretejen las experiencias profundas de discriminación que la autora vivió desde temprana edad. La triste revelación del significado de habitar un cuerpo agramatical, abyecto.
La expresión poética también se revela como una obra que trasciende las limitaciones impuestas por una gramática heredara que configura nuestra identidad cultural. Vemos como la autora se erige como una narradora y defensora de su propia gramática, desafiando las prescripciones lingüísticas que han buscado escribir, interpretar y leer lo que son los cuerpos de las mujeres negras.
Santa Cruz posiciona la expresión poética como un acto de creación y redefinición constante. Este dinamismo lingüístico se refleja en su poema, donde la palabra "negra" se despoja de la carga peyorativa impuesta por la historia y se convierte en una herramienta de agencia, reivindicación y orgullo.
En definitiva, el poema rítmico de Santa Cruz, al utilizar el poder de la palabra, rompe con las restricciones impuestas y redefine la narrativa de los cuerpos de las mujeres negras. "Me gritaron Negra" no solo es una obra que confronta los estereotipos y las cargas históricas, sino también un llamado a la resistencia, la autoafirmación y la transformación continua de la gramática cultural que moldea nuestras identidades.

Referencias.
· Chumbe., C. (Dirección). (2015). Documental Victoria Santa Cruz- Retratos [Documental YouTube].
· Girls, T. G. (2003). Bitches, Bimbos and Ballbreakers: The Guerrilla Girls´Illistrated Guide to Female Stereotypes. New York, N.Y.: Penguin Books.
· Mèlich, J. C. (2010). El otro de sí mismo. Por una ética desde el cuerpo. Barcelona: Rambla de Poblenou.
· Lorde, A. (2003). La hermana, la extranjera. Artículos y conferencias. Madrid: horas y HORAS.
· Muñoz, K. O. (2017). Descifrando nuestros cuerpos racializados. FAIA. Filosofía Afro-Indo-Abiayalense, 36-53.
· Mbembe, A. (2016). Crítica de la razón Negra. Ensayo sobre el racismo contemporáneo. Barcelona.
· Torras, M. (2007) “El delito del cuerpo. De la evidencia del cuerpo al cuerpo en evidencia”. Cuerpo e identidad I. Barcelona: Ediciones UAB, 2007, pp. 11-36.
· Vela, D. (s.f.). Poemas y Cantos: antología crítica de autoras afrodescendientes de América Latina. Obtenido de Biblioteca Nacional: https://bibliotecanacional.gov.co/es-co/colecciones/biblioteca-digital/poemas-y-cantos/Paginas/05-poetas.html?id_poeta=Victoria_Santa_Cruz
· Jiménez, R. M. (2009). Palabras y palabrotas. En R. M. Jiménez, Cuerpos Desordenados (págs. 9-19). Barcelona: UOC.